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Una de las preguntas más constante en los jóvenes cristianos, sobre todo en los más nuevos, es saber si algo que desean hacer es correcto o no delante de Dios, obviamente estamos hablando de situaciones más simples, no del pensar aun si robar es malo o no, si matar es malo o no, si mentir es malo o no, hablamos de cosas más cotidianas, si es malo pensar de cierta forma o desear ciertas cosas, si es malo vestirse de alguna manera en particular, si el malo escuchar cierta música, ver ciertas películas o leer ciertos libros, etc. Y en ocasiones la falta de una respuesta clara, o no búsqueda de esta, simplemente nos lleva a minimizar nuestras decisiones dejando a Dios solo en las más fundamentales como las antes mencionadas (matar, robar, mentir, etc.) pero ¿Qué hay de estas pequeñas decisiones que a veces simplemente las tomamos a la ligera? ¿Cómo ser un cristiano que pone a Dios por delante de TODAS sus decisiones? ¿Qué parámetros tomar para estas decisiones en Cristo?
En 1° de corintios 10:23 encontramos uno de los versículos más conocidos y más citados en el caso de temas como este:
“Todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es lícito, mas no todo edifica.”
A sí que vamos viendo algunos puntos interesantes que se pueden sacar de este versículo.
Primero, vemos una total liberación de cualquier acto que podamos desear, la primera frase es irrefutable “todo me es licito”, es decir, todo es legal, todo me es permitido, no hay una prohibición delante del deseo de querer realizar alguna acción (dejando lo que se desea hacer en el plano de esas pequeñas decisiones cuya valides no es del todo clara, ya que acciones como matar, robar, mentir, adulterar, etc. ya está estipuladas como prohibidas en la ley de Moisés y luego reafirmadas pos Jesús mismo). Esto podría dejarnos la puerta abierta a cualquier acción.
Lo que viene luego es una afirmación que, si bien tiene un tilde más de consejo que de mandato, resulta un freno bastante efectivo a esos deseos con los que nos deja la primera frase, “mas no todo me conviene”, y aquí empezamos a entrar en el tema clave para saber que podemos y no podemos hacer.
Sea lo que sea que hagamos en nuestras vidas como cristianos, sabemos y debemos tener claro que todas nuestras acciones tienen que apuntar si o si a la glorificación de Dios y en visión a nuestro fin el cual es la vida eterna junto a Él, ese es el norte de un hijo de Dios, la gloria a Él y la llegada a la vida eterna (colosenses 3:23-24). Esa es la CONVENIENCIA a la que se refiere Pablo aquí, no es simplemente en el resultado final de la acción, que en ocasiones también es importante (como puede afectar tu vida personal , familiar o de pareja), se refiere a la conveniencia con respecto a nuestra relación directa con Dios, la glorificación de su nombre por medio de esta acción y la consecuencia que tendrá en nuestro camino hacia la eternidad, es por eso que para terminar este versículo agrega “mas no todo me edifica”, porque el hijo de Dios está en una constante edificación para llegar a la perfección en Cristo y por medio de Cristo (Filipenses 1:6).
Todas nuestras decisiones tienen que tener como fin la glorificación al nombre de Dios y por consecuencia, nuestra eternidad con Él, la próxima vez que no sepas si alguna decisión, por mínima que sea, es correcta o no, hazte la siguiente pregunta “¿glorifico a Dios con esta decisión?” Si no glorificamos a Dios entonces estamos glorificando a alguien más.