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Una vez escuche a un pastor contar la siguiente historia:
“caminaba yo por el centro de la ciudad cuando de pronto veo a una persona sentada en una solitaria banca llorando como un bebe, cuando me iba acercando me di cuenta que esa persona era el mismo Satanás que estaba desconsolado. Me acerqué y le dije – ¿qué pasa pobre diablo? ¿Por qué estás tan acongojado? – y el me respondió – estoy cansado y aburrido, me canse de que los cristianos me echen la culpa de todo lo malo que les pasa, es cierto que busco hacer el mal, pero muchas veces yo no tengo nada que ver con lo que les pasa, son sus propias decisiones y después, cuando tienen que enfrentar las consecuencias, me culpan a mí y me andan reprendiendo de lugares donde ni siquiera he estado presente."
Obviamente es una historia netamente de fantasía, pero la verdad detrás de este cuento resulta ser muy profundo, de todas las veces que podemos leer en la biblia sobre lo que busca hacer el diablo en nuestras vidas, siempre vienen acompañadas de un “pero no temas”, “no desmayes”, “resistidle”, “yo he vencido”, “yo los cuido”, no hay una sola amenaza del diablo que quede sin una garantía de parte de Dios para poder hacerle frente.
Entonces, si el diablo esta vencido y no puede hacer nada sin un respaldo de Dios para nosotros ¿quién es nuestro peor enemigo y el que más daño nos puede hacer? Lucas dice “cuídense de ustedes mismos” (Lucas 17:3), Dios le dice a Moisés “Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de DURA CERVIZ.” (Éxodo 32:9), Pablo le dice a la iglesia de Gálatas “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (Gálatas 1:6).
A veces le damos más poder al diablo del que tiene cuando somos nosotros los que simplemente perdemos el norte, tomamos nuestras decisiones y cometemos errores, confundimos las pruebas con tentaciones y esperamos que Dios nos libre de ellas cuando Él espera que aprendamos a derribarlas, y echamos y reprendemos al diablo cuando ni siquiera está pendiente de nosotros ya que muchas veces hacemos todo el trabajo de él en nuestras vidas.
La próxima vez que enfrentemos algo difícil, veamos bien de donde proviene, que o quien lo provoca y solo así podremos actuar de forma efectiva, ya sea clamando a Dios, cambiando nuestra actitud o realmente reprendiendo a Satanás.